Eran mis días escolares cuando la vi a ella.
Ella era sólo una chica para mis ojos.
Ojos que vieron más allá cuando la contemple.
Contemple directamente esos ojos celestes y esa piel blanca y cabellos dorados.
Dorados que el sol envidiaría y el cielo diría que es su hija perdida.
Perdida en un lugar que su belleza no era vista como una maravilla solamente como alguien diferente.
¿Diferente? Sí, claro que si, muy diferente, brillaba y aturdía ojos mortales.
Mortales que solo deseaban estar cerca para oler su perfumen natural.
Natural es su belleza.
Belleza que solo podré soñar para estar cerca.
-Crónicas de un chico enamorado-
