-BROOK-
"Tu mirada me atormenta.
Tus labios cuarteados me provocan escalofríos.
Tu cuerpo frio me hace delirar.
Sin embargo, deseo que te quedes.
Aunque deberías irte."
LEAHMEJ
CAPÍTULO 1
-BROOK-
¿Lo recuerdas?
Estabas a mi lado. Con tu pálida piel poco reluciente debido a la mortecina luz neón.
Completamente desnuda.
Tus ojos mostrándose vacuos de vida, pero con esa indeleble preocupación.
Me levanté y serví dos copas de vino. Una de ellas la coloqué a tu lado mientras que la otra la sostuve en mi mano. La incliné haciendo alusión a un brindis y bebí un poco.
¿Por qué no podías hacer lo mismo?
Solo te quedaste ahí, mirándome.
Oh...¿Qué mirabas?
Tú...¿Me mirabas?
No. Solo tus ojos lo hacían, tu alma no.
Moví tu copa y me senté junto a ti. Acaricié tu largo cabello negro azabache mientras contemplaba tu belleza.
—¿Cuándo es que perdiste el último aliento de vida?. Pero... ¿Te has ido del todo?.¿Tu cuerpo realmente está...vacío?— Fueron algunas de las preguntabas que asaltaron mi mente.
Pero no importaba en aquel momento.
Después, volviendo a mí, recordé que yo también me encontraba desnudo. Solté una leve risa, burlándome de mí, hallándome en ese estado.
Te cubrí delicadamente con el plástico.
El metal en el que te encontrabas estaba helado. Al igual que tú.
Te "guardé".
Me acerqué a la mesa en la cual se encontraba mi ropa entre artefactos punzocortantes y demás matraces. Me vestí y di una ultima mirada al cajón donde se supone te encontrabas.
Pensar que tu única compañía durante el día, y lo que restaba de la noche después de mi visita conyugal, eran otros cadáveres en vías de autopsia, cremación o entierro y personas que discurren acerca de las causas de la muerte, seccionan y analizan, llenan papeles y, en algunas ocasiones, se vinculan con una funeraria; me causaba sentimientos de remordimiento y culpa, escalofríos y un leve asco.
Tomé las copas y la botella de vino. Me dirigí a la recepción inferior -solo tenía que virar a la derecha-. Desde las computadoras me cercioré de que el lugar estuviera realmente seguro. Miré la esquina inferior derecha del monitor y me percaté de que eran las 12:45 p.m.
Inmediatamente apagué el computador y apreté levemente la botella contra mi cuerpo disponiéndome a largarme de aquel lugar. Pero, al dar el primer paso, se escucharon pisadas a lo lejos del pasillo. Pasos desnudos. Pasos que provocaban un eco tenebroso atravesando cada pasillo hasta volver a reunirse en mis oídos.
Me quedé unos segundos estático. Esperando algún estímulo que me hiciera dar el siguiente paso.
El silencio fue perfecto para tranquilizarme.
Me encaminé hacia el ascensor. Pulsé el botón para llegar a la parte superior, arribé a la recepción central y apagué los demás monitores. Avancé hacia la salida y crucé la puerta cristalina con un poco de nervios, sin saber la causa. Subí al auto y acomodé el vino y las copas en la parte trasera de este. Encendí el motor y emprendí camino a casa. Casa que en algún momento tú habitaste. Casa que que llenabas de amor, compasión y alegría con solo tu presencia; convirtiéndola en un hogar. Cosa que yo jamás supe apreciar.
Llegué a dicho lugar, saqué las llaves de mi bolsillo derecho y en un intento por abrir se cayeron debido a que mis manos no dejaban de temblar. Todo mi ser no dejaba de temblar, no tenía control absoluto de mi cuerpo. Entré titubeando después de arduos intentos de abrir la puerta.
Dejé la botella y copas en la mesita de centro y miré mi reloj de mano: era la 1:17 a.m.
Me senté en el sofá, derrotado. El temblor de mi cuerpo desaparecía lentamente. Me incliné hacia delante, apoyando los codos sobre mis piernas. Hundí la cara en mis manos, deslicé mis dedos a través de mi cabello, húmedo por el inesperado sudor.
Decidí levantarme y dirigirme al baño mientras daba un fuerte suspiro. Pero, antes de entrar, me quité la chaqueta y la coloqué en el perchero. Entré y me miré en el espejo; enjuagué mi rostro y cuando volví mi vista al espejo pude apreciar el reflejo de tu bella silueta atravesando nuestra sala.
Al parecer, no lo había asimilado ya que ni siquiera me inmuté. Después de unos cuanto segundo me exalté abriendo mucho mis ojos, parecía que se iban a salir de su órbita.
Inmediatamente miré detrás de mí. No encontré nada. Mi respiración se agitó y el palpitar de mi corazón aceleró con repentina fuerza.
¿Qué era eso?
¿Alucinaciones mías?
Oh... ¿Realmente habías pasado por detrás mío?
Le atribuí la causa de esas alucinaciones a mi falta de descanso y la mediana cantidad de alcohol que se encontraba en mi sistema; y continué como si nada hubiese ocurrido.
Me aseé y me vestí de manera cómoda. Me disponía a dormir cuando una sensación de penumbra me invadió provocando escalofríos en todo mi cuerpo.
¿Qué lo provocaba?
Inmediatamente recibí la respuesta.
Eras tú.
Tu presencia -tu alma quizás- , de alguna u otra manera, había logrado trascender a los oscuros lugares de, ahora, mi casa; de mi habitación.
A las esquinas inhabitadas con más secretos que cualquiera.
Tú eras la causante de mi repentino terror, una sensación indeseable.
Me acomodé en mi cama en forma fetal, cerré los ojos y me cubrí con la sábana de pies a cabeza cual niño temeroso de lo que pueda encontrarse debajo de su cama, salvaguardando su vida. Solo me dediqué a esperar y esperar...
¿Qué le deparaba en el futuro a una persona como yo, a personas como nosotros?
Mi única salida - y manera de tranquilizarme- era sentir tu frio cuerpo de vez en cuando.
Disfrutar las delicias de tus caricias, recorrer cada parte de tu anatomía y sentir tus frágiles y lastimadas manos sobre mí, haciéndome creer que seguías conmigo. Haciéndome creer que nunca me abandonarías; y después continuar con mi rutina.
Pero, evidentemente, a ti eso te molestaba.
Y ahora yo estaba siendo atormentado... ¿Por ti?.. Oh... ¿Por mi mente?...
Como dije, solo quedaba esperar...
LEAHMEJ
Gracias por leer.
Espero lo hayas disfrutado tanto como yo lo disfruté escribiendo.
Gracias. :)